Obra de Pilar Viviente

Exposiciones  

"Lo sagrado y lo profano. Rituales creativos de la materia", en Casa del Cable Espacio de Arte de Jávea

Hasta el 5 de mayo

23/04/2024 - 21:48

Exposición del Grupo de investigación MATERIA de la Universidad Miguel Hernández. El Grupo MATERIA se define como un colectivo a partir de unas características en su proceso de creación que determinan su personalidad. En primer lugar, basan su trabajo en un proceso de investigación sobre los materiales; en segundo lugar, combinan la investigación individual con la investigación en grupo y, finalmente, aplican los resultados de esta investigación a un lugar concreto, en el caso de esta exposición, al espacio del Templo Romano de Vic, en una elección que ha determinado la selección y el desarrollo de los nudos temáticos en torno a los cuales se mueven las obras. El antiguo espacio sacro del Templo Romano acoge siete aras o altares que se convierten en puntos de intersección entre el pasado histórico y la actualidad en torno a la reflexión sobre lo sagrado y lo profano. Nos encontramos ante siete obras individuales a las que se añade otra de autoría colectiva. El proceso creativo de la práctica artística actual devuelve, de algún modo, una renovada sacralidad en el recinto originariamente dedicado a los dioses.

El Grupo MATERIA ha logrado captar la complejidad de la relación entre lo sagrado y lo profano, dos ámbitos, más que opuestos, complementarios ya que se van combinando en capas superpuestas. Cuando la religiosidad ha empapado a toda una sociedad gran parte de lo profano está contaminado por lo sagrado y se establece una relación de contacto diferenciado según cada nivel y estrato social, cultural, económico, ideológico, etc. Esta complejidad la han trasladado al análisis de la actualidad en una reflexión sobre el cuerpo, las imposiciones sociales, el arte, los recuerdos, la información, etc.

María Zambrano ha señalado que el concepto de realidad fue determinado por la conciencia de lo sagrado que apareció en los orígenes más remotos de la humanidad. Si admitimos este planteamiento, debemos aceptar que el ámbito de lo sagrado se extiende y está presente en las raíces más profundas de lo humano. Este circuito de conexión, o contaminación, entre lo que es sagrado y lo que es profano ha funcionado también en dirección opuesta, desde el mundanal ámbito histórico lo que es profano ha contagiado los espacios propios de la sacralidad. Entre otros, Arumainayagam Suttampillai, impulsor de una iglesia reformada cristiana y reconocido precursor hindú de la hermenéutica bíblica de mediados del s. XIX, señaló que "la manifestación occidental del cristianismo era una mezcla de evangelio, política, poder y costumbres europeas".

Otro aspecto interesante a resaltar es que tradicionalmente las aras o altares eran lugares sagrados dedicados a sacrificios a las divinidades. Esta función sacrificial pone claramente de manifiesto la relación entre lo conceptualizado como sagrado y la violencia, de forma simbólica pero también directamente presente en diversos grados. Las ofrendas a los dioses tenían, propiamente, la finalidad de reducir las tensiones latentes dentro de las sociedades -muy especialmente en las prejudiciales, pero no de forma exclusiva. La violencia ritualizada de los sacrificios realizados en el altar evitaba posibles conflictos sangrientos entre los distintos grupos integrantes de la sociedad, liberaba tensiones y aseguraba cierta cohesión y armonía social. El sacrificio entendido, por tanto, como elemento disuasorio para prevenir la violencia como norma social de conducta.

Por otra parte, al tiempo que las obras de Lo sagrado y lo profano. Rituales creativos de la materia despliegan una a una su propio discurso formal y conceptual, establecen en el conjunto de la exposición una relación de complementariedad entre ellas, reforzando su discurso. En este caso, la contaminación genera una sugerente riqueza tanto conceptual como estética. La diversidad reflejada en cada una de las obras encuentra un contrapunto de coherencia en el carácter de instalación de muchas de las obras, en la coincidencia en el uso de los lenguajes artísticos (fotografía, vídeo...), pero también en referencias de carácter transversales como el cuerpo u objeto, los receptáculos, la identidad, la espiritualidad y la presencia recurrente de algunos colores, como el rojo o el azul. De esta forma se va generando una sensación de coherencia, de afinidad y de unidad coral que se sitúa más allá de lo plural y diverso.

Sagrado Profano (2023) es una obra colectiva del Grupo MATERIA realizada con neón y metacrilato que enumera y articula los dos ejes presentes en la exposición. El lenguaje del neón es muy particular, ya que al mismo tiempo es escritura, luz, color, línea y dibujo y, significativamente, sus orígenes como expresión artística están ligados al arte conceptual. El neón se definía desde sus orígenes en relación a su presencia en rótulos y señalética pública como un medio de publicidad, urbano, consumista, cambiante, popular y superficial. A partir de los años sesenta se convirtió, sin embargo, en «arte», entrando de forma imparable en las galerías y museos de todo el mundo. Esta evolución del neón siguiendo un proceso de elevación de lo utilitario al medio artístico, es decir, desde la banalidad a lo sublime, constituye el núcleo de ésta la obra del Grupo MATERIA confrontando los dos conceptos de sagrado y profano, de modo que nos preguntamos sobre su naturaleza, su presencia social y el escalón conceptual que los separa y diferencia.

Amparo Alepuz desarrolla en SECRETO SOCIETY MAKE UP. Tiempos inhabitables (2023) un discurso en torno a la imagen y la identidad a partir de una síntesis entre el vídeo, la fotografía y la ilustración. A partir de las actividades secretas de las espías que durante la 1ª Guerra Mundial pasaban información relevante al otro bando (por lealtad, dinero o amor) y los Cinco de Cambridge por un lado, y los cultos iniciáticos secretos que proliferaron en el mundo clásico, por otro, la obra nos plantea la relación entre apariencia e identidad en un contexto general marcado por las guerras y los conflictos. La referencia a la guerra no es banal. La caída del muro de Berlín alteró el statu quo internacional pero no ha cambiado un trágico telón de fondo con paisajes como el de Ucrania, Oriente Medio, Cáucaso y muchos otros conflictos soterrados que apenas llegan a los medios de  comunicación. El maquillaje se nos presenta como un ritual de alteración corporal a la vez que la imagen distorsionada de ambas fotografías nos habla de una apariencia cambiante y de su relación con el cuestionamiento de la identidad en un tiempo de incertidumbre y crisis.

De Albacete presenta dos imágenes complementarias Pliegue #100.4 y Vacío #100.1 (caracol) que reproducen de forma fragmentaria un cuerpo indeterminado y que plantean la tensión dual materia-vacío y presencia-ausencia. La primera se ha centrado en la línea como elemento expresivo, evidenciando referencias a la cruz y a Man Ray -su Monumento a Sade de 1933-, confrontando carnalidad, erotismo y exceso con ascesis e introspección. En la segunda predomina el volumen y el vacío que capta nuestra atención con un negro casi absoluto. Se trata de imágenes que parten de la fotografía de estudio trabajadas posteriormente con el ordenador para conseguir un blanco muy determinado, en el que lo reconocible se difumina, para dar presencia al detalle con el uso de técnicas gráfico-plásticas, como la tinta y lápices, sobre la especial textura que ofrece este tipo de papel. En oposición a la oscuridad del negro, la blancura extrema nos indica el proceso de tránsito del cuerpo hacia otros ámbitos trascendentales más allá de lo material. Somos testigos de la mutación de lo que es material y mundano, propio sin embargo del mundo sensible, hacia lo que es sagrado y propio de dominio espiritual.

Imma Mengual en Caja abierta o el divino control (2017) combina tres elementos: el hueso de la pelvis de una ternera, una cruz de San Pedro metálica y un reguero de hilos rojos. Tres materiales y tres colores bien diferenciados. La pureza del blanco de la cadera que acoge y enmarca el vientre femenino, la frialdad del negro de la malla metálica de la cruz suspendida como una red y el rojo del tejido que identificamos con la vida y la femineidad. El peso y las líneas de la composición se centran en la cadera. La disposición frontal de los hilos marca un camino hacia la estructura blanca, al igual que la cruz converge con ella. Las convenciones presionan a la mujer y la persistencia de los estereotipos religiosos, culturales, sociales, ideológicos, etc. condicionan y pretenden regular su cuerpo. La caja ósea se nos muestra abierta en toda su precaria fragilidad, mientras que el hilo nos remite a Penélope y a su acción de tejer y destejer el tapiz como una vía para conseguir el dominio de su propio destino.

Lourdes Santamaría Blasco se interesa por el trabajo de la cerámica y en Los misterios de Isis (2023) ha utilizado la figura de la diosa egipcia de naturaleza cósmica, relacionada con la luna, protectora de las mujeres y de la fertilidad, de carácter maternal y garante del tráfico hacia la vida más allá de la muerte. Isis también fue objeto de un culto iniciático en el mundo clásico. Los vasos canopos son los recipientes donde los embalsamadores del antiguo Egipto conservaban las vísceras del difunto para posibilitar su vida más allá de la muerte y han sido modelados con arcilla por el artista. En este caso, están conectados con la imagen de la mujer reproducida tres veces en la lona blanca que los enmarca, resaltando la pureza del blanco y la vitalidad del rojo. Nos encontramos ante una representación del cuerpo femenino conceptualizado como energía vital al que les ofrecen los recipientes, una ofrenda de vida por su continuidad. Los vasos canopos custodian lo esencial, pero al mismo tiempo lo esconden de la vista en referencia al misterio fundacional del conocimiento de lo sagrado y de los rituales que le rodean.

La obra de Elia Torrecilla se desarrolla en torno al interés en el cuerpo, la acción como evento artístico y la relación con el paisaje y el entorno a partir del caminar. En Buscar el ritmo de la ligereza (2023) reúne una serie de elementos complementarios, al modo de fragmentos que deben integrarse en un mosaico de significación poética: la belleza de los zapatos rojos flotando sobre la transparencia del agua en el vídeo; los mismos zapatos colgados; las huellas de espejo -o tal vez de agua- que nos devuelven la luz y la mirada; la cinta roja y las tarjetas que forman parte de la performance de ocupar el espacio expositivo al ritmo marcado por el público presente. Caminar sobre las aguas nos remite a un paradigmático hecho milagroso recogido en tres de los evangelios y, al mismo tiempo, al agua como elemento primordial, originario y sagrado, cuna de la vida y símbolo de la femineidad. Un viaje poético a través de un improbable camino sobre el agua donde las huellas permanecen en la experiencia interior.

En Ritual augural (2022) Pilar Viviente nos remite a obras claves del s. XX, como Nu descendant un escalier (1912) de Marcel Duchamp o Self-Portrait as a Fountain (1966) de Bruce Nauman. Nos encontramos ante un autorretrato en el estudio del artista, en el que aparece sentada con los utensilios fotográficos en las manos y calzando los zapatos de su madre en una reivindicación de su condición de mujer y de artista, como taumaturga, augur y sacerdotisa que controla el proceso de creación. La serialización de la imagen crea un efecto cinético remarcado por el uso del color fracturándola. La entronización, las armas en la mano, la exaltación de su estirpe divina y los colores del rayo conforman una iconografía que podría enlazar la propia representación del artista con la de las divinidades femeninas. Sin embargo, el artista recrea la figura de Urizen, creada por el poeta y visionario William Blake, que lo concibió como creador de la humanidad y legislador guiado por la razón que dieron lugar, sin embargo, a unas leyes opresivas. La feminización del personaje constituye un llamamiento en favor de la imaginación más allá de lo racional y del vuelco del orden patriarcal.

Micro-paisaje de la memoria XV de María José Zanón es una instalación a partir de una fotografía repetida en una serie que podría ser interminable. En este caso, un elemento cotidiano previamente descartado se ha recuperado mediante el proceso de creación artística. Los archivadores de las fotografías enlazan con la figura de las vestales, las sacerdotisas de Vesta que mantenían el fuego sagrado siempre encendido y que, también, eran las custodias de objetos sagrados y de los documentos más importantes en relación con el estado romano y las familias más preclaras de la estratificada sociedad romana (testamentos, pactos políticos, etc.). El archivo creado por el artista muestra inequívocos síntomas de agotamiento y obsolescencia a causa de las inclemencias y el paso del tiempo. El deterioro implacable nos remite no sólo a la constatación de la debilidad de la memoria humana -tanto personal como colectiva- y al cuestionamiento del contenedor archivístico, sino también, y muy especialmente, a los criterios de clasificación que imperan en la sociedad.

Texto: Miquel Bardagil. Crític d'art.

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