La Unión
Tü Opinión
Atmósfera cósmica en la Noche Mágica de la Unión
Crónica del concierto del 8 de agosto en los Jardines de Abril por Cristina González
10/08/2015 - 18:14
Sábado de Noches Mágicas de mediados de agosto en el que nos invitan a evocar nuestros añorados años ochenta. Llegamos a los Jardines de Abril con el tiempo justo para ponernos las pulseras de prensa (gracias Üalà) y saludar a unos amigos que nos dieron pasaporte directo a la zona vip (gracias Pple y Tere), lo que nos hizo disfrutar del concierto prácticamente en primera fila.
Noche bochornosa y suelo empedrado poco cómodo para las usuarias de tacones (que éramos la mayoría por esto de que con la edad se van perdiendo centímetros) y que presagiaban un par de horas difíciles de disfrutar, porque no decirlo. Media de edad entre los asistentes de unas 50 primaveras y un aroma a perfume caro al que poco nos tienen acostumbrados los conciertos y festivales a los que asistimos de manera más regular y también porque no decirlo, hizo el espectáculo mucho más llevadero.
La Unión en concierto. Rafa Sánchez, elegantemente vestido para la ocasión, pantalón claro, camiseta con Mandala y león (aviso de lo que íbamos a presenciar) chaqueta minimalista oscura y zapas rojas. Un look inequívoco de treintañero que chocaba con la metamorfosis a la que el paso de los años nos aboca a todos. Su compañero y bajista, Luis Bolín, cuyo eterno gorro de tejido enmascaraba de una forma más amable el paso de los años. Por último, acompañándolos, un guitarra y teclista de primera división musical.
El inicio del espectáculo fue, por así decirlo, algo nostálgico, algunas canciones desconocidas con unos ritmos house con los que La Unión no casaba en mi recuerdo. Quizás creaciones de tiempos más recientes, ajustadas a la moda que haya podido imperar en estos treinta años de escenarios, en los que yo, por suerte o por desgracia, dejé de seguir su trayectoria musical.
Sin embargo, de forma paulatina y de la mano de canciones como "Vivir al Este del Edén", "Negrita" y "Ella es un Volcán" entre otras, la banda nos hizo dar volantazo y tomar la salida: ¡Vente veinte años atrás y baila! Y fue entonces, aderezada por la continua referencia a la noche por parte de Rafa, como comenzó a crearse una atmósfera cósmica y de extrema emoción que no sólo me tocó a mí sino a la gran mayoría de los asistentes. Rafa empezó a moverse como si su cuerpo también hubiera rejuvenecido lustros y su energía, buen rollo y magnífico ritmo para el baile lo convirtió de nuevo en el mega-artista de cara bonita que a tantas y tantos volvió locos en nuestra adolescencia.
Sus mensajes optimistas como "esta va a ser tu noche", "tus deseos se pueden convertir en realidad", "no tengáis miedo, el miedo es el peor enemigo", "la noche es vuestra", "sed felices" o "fluye" entrelazados con canciones súper románticas como "Vuelve el Amor", otras opuestas como "Fueron los Celos" y otras de alto voltaje como "Más y Más", llevaron a los asistentes a la ensoñación de retornar a una noche de verano de los ochenta.
Como despedida y clímax "Lobo Hombre en París", que desató la energía en el lugar y nos hizo aullar a todos y bises como "Maracaibo" y "Sildavia" que terminaron, no sólo por encandilar y hacer bailar a la concurrencia, sino por dejarnos ese sabor de boca que pocos artistas como Rafa y su banda te trasmiten: ¡Qué felices hemos sido y cuanto nos queda!
Por si esto llegara a ojos de algunos de los que me importan, agradecer a mi hermano, fantasma musical de las navidades y veranos pasados, a través de quien empecé a amar la música. A Belén, hadita musical de los festivales presentes y gracias a quien he podido reconciliarme con ella y a "él" por si se atreviese a compartir conmigo todo mi futuro musical.